domingo, 2 de octubre de 2022

El Hincha

El hincha no es yo, es nosotros. El hincha no dice "hoy juega mi equipo", dice "hoy jugamos".

Todas las semanas abandona su rutina individual para transformarse en un yo plural en un estadio que, más que campo deportivo, es un templo. Un templo de una religión que no acepta desertores. El hincha puede abandonar al amor de su vida, puede dejar de creer en Dios, puede cambiar hasta lo más íntimo de su ser. Pero nunca va a cambiar el amor, la fe y la devoción por su equipo. El hincha es eternamente fiel. El hincha es un fundamentalista que no acepta argumentaciones, porque la razón no importa, importa el sentimiento. No vale la pena intentar explicar la pasión. Porque si no, todos serían hinchas del club que más partidos gana.

El hincha deja de ser yo y se transforma en nosotros mucho antes de llegar al templo. Es tan fuerte la influencia de esa fuerza sobrenatural, que el hincha ya se siente parte muchas cuadras antes de llegar. Tiene todos los elementos necesarios para el ritual: matracas, cohetes, tambores, papel picado, serpentinas. Y los trapos. Y las canciones de la misa. Canciones de fidelidad enterna, de muerte al enemigo, de insultos a la cobardía y la falta de talento del rival. No hay tonos grises. Por más que haya muchos colores en la cancha, todo es blanco o negro. Estamos nosotros y están ellos. Y nosotros somos los mejores. Ellos son tramposos. Ellos compran a los árbitros. Ellos son los cobardes. Los pechofríos. Perdedores aunque ganen.

Para eso está el hincha, para cantarle al mundo esas verdades. Para pegarle a la pelota sólo con las ganas y desviarla unos centímetros para que entre al arco. Cuando el partido termina, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, comenta el partido. "Qué goles les metimos" o "Cómo nos robaron" de acuerdo con el resultado.

Las luces se van apagando y el hincha, lentamente, mientras se aleja del templo, se va diluyendo hasta transformarse, nuevamente en uno, hasta el próximo domingo, donde se volverá a encontrar con ese montón de desconocidos que él sabe, que son sus hermanos.